Publicado en El País el 19 de junio de 2024
Por ROSA COBO
Rosa Cobo es profesora de Sociología de la Universidad da Coruña, escritora y presidenta de la Red Académica Internacional de Estudios en Prostitución y Pornografía y autora de La prostitución en el corazón del capitalismo (Catarata).
En los últimos años, la prostitución se ha situado en un lugar central de la opinión pública. El movimiento feminista, por su parte, ha colocado la lucha contra la prostitución en el corazón de su agenda política. Y sectores del poder político han recogido esta preocupación con la promesa de hacer políticas abolicionistas, tal y como han hecho países europeos como Francia, Irlanda o Suecia, entre otros.
La prostitución se ha colocado en el debate político porque se ha convertido en una industria global que ha hecho de los cuerpos de las mujeres un mercado de consumo. Su transformación en una gigantesca industria de la explotación sexual tiene su origen en el surgimiento del nuevo capitalismo. Cuando comienzan a aplicarse las primeras políticas económicas neoliberales, nos encontramos con países que no pueden engancharse a la economía global porque sus aparatos productivos no son competitivos. En ese contexto hacen su aparición las economías ilícitas: exportación ilegal de armamento, narcotráfico o exportación de mujeres para la explotación sexual. Estas economías ilegales serán cruciales para la reconstrucción de países con altas tasas de pobreza. Para ello pondrán en marcha circuitos semi-institucionalizados creados por mafias con la complicidad y el aliento de sus élites económicas y políticas. Por esos circuitos son exportadas las mujeres para la prostitución que, al enviar remesas de dinero a sus familiares, reactivan el consumo y con ello las economías nacionales. Son captadas en su país, a veces con violencia, otras con engaños y siempre con la promesa falsa de dinero fácil. Es entonces cuando comienza un viaje de sufrimiento y dolor inimaginable para quienes vivimos ajenas a esa realidad. La prostitución es una estrategia de desarrollo para países con altas tasas de pobreza. ¿Es tolerable que los cuerpos de mujeres marcadas por la pobreza se conviertan en una estrategia de desarrollo?
Las mujeres en prostitución son mostradas en serie, como artículos de consumo, hipersexualizadas y, por tanto, desindividualizadas. Lo único que cuenta son sus atributos corporales y su procedencia. El proceso de deshumanización comenzó cuando fueron exportadas como mercancías y culmina con las muchas modalidades de violencia de las que son objeto.
La patronal proxeneta y los puteros, acompañados de ONG, investigaciones académicas, periodismo de opinión en medios de comunicación y diversos productos culturales, además de aquellas empresas que ven aumentados sus beneficios por la prostitución, han elaborado un discurso que blanquea la prostitución con la denominación de trabajo sexual. Tendríamos que preguntarnos si una doble penetración, golpes o ahogamientos pueden ser definidos como trabajo. Se trabaja con las manos o con la cabeza, pero solo las mujeres prostituidas hacen de su cuerpo un lugar de trabajo. La prostitución es un allanamiento del cuerpo, un dejarse hacer y una negación del propio deseo. Hablar con supervivientes de la prostitución es enfrentarse a vidas marcadas por el trauma.
El movimiento feminista sostiene que hay que distinguir la prostitución del colectivo concreto que son las mujeres prostituidas, para así interpelar críticamente esa institución y, al tiempo, elaborar políticas públicas para las mujeres prostituidas. El objetivo del abolicionismo es acabar con una de las modalidades más criminales de violencia contra las mujeres y con una de las mayores vulneraciones de los derechos humanos. Una sociedad que anhela mayores espacios de igualdad no debe permitir que mujeres con escasos recursos, vulnerables y migrantes mayoritariamente estén en lugares segregados para que cualquier varón pueda acceder a sus cuerpos con impunidad. ¿Queremos que nuestros hijos e hijas se socialicen en la idea de que las mujeres son mercancías que ellos pueden comprar? Por todo esto avanza la masa crítica abolicionista y sectores sociales cada vez más numerosos entienden que la prostitución es una forma éticamente intolerable de esclavitud sexual.
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